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Hernán Bascuñán, director (s) de la Academia Diplomática de Chile “Andrés Bello”

“Tenemos funcionarios con un muy alto nivel de conocimiento, con mucho entusiasmo y muy bien preparados”

El nuevo director (s) de la Acade destaca los cambios que se han implementado en la formación de estudiantes y comenta qué espera de los futuros diplomáticos y diplomáticas de Chile.

El 1 de junio, el embajador Hernán Bascuñán asumió un nuevo desafío profesional como director (s) de la Academia Diplomática de Chile “Andrés Bello”. Diplomático, egresado en 1988, destaca la importancia de modernizar la carrera permanentemente y asegura que le gustaría agregar un curso sobre mediación y otro de Antropología de las Relaciones Internacionales. “Yo creo que, en negociaciones internacionales, incluso entre dos Estados, hay que tener un conocimiento sobre la diversidad cultural que existe”, comenta.

—Según ha consignado el ministro Alberto van Klaveren, existen elementos de cambio y de continuidad en la política exterior chilena. Las de continuidad incluyen nuestras relaciones vecinales, el respeto al derecho internacional y el respeto irrestricto a los derechos humanos. ¿Cómo ve usted eso reflejado en la formación de diplomáticos y diplomáticas?

“Chile tiene una política exterior de Estado y la Acade contempla una malla académica que refleja eso. Actualmente, realizamos ramos tan diversos como Introducción a Fronteras y Límites del Estado o Relaciones Económicas Internacionales, entre otros. Estos son temas que siempre estamos tratando en la malla curricular porque son temas estables y que son parte fundamental del desarrollo de la política exterior chilena.

Sin embargo, también somos una academia diplomática que incorpora temas más actuales, como, por ejemplo, la equidad de género con la política exterior feminista, energía, innovación, tecnología y medio ambiente, a través una diplomacia científica.

Es importante destacar que hay continuidad, pero que también existen cambios. Una academia diplomática no puede quedarse enseñando lo clásico de siempre, no puede ser sólo Derecho Internacional o Relaciones Internacionales. Por supuesto, estos temas son muy importantes: reflejan el pasado y también muestran los principios a los que nos apegamos. Pero nuestros estudiantes deben aprender sobre temas actuales y esos son los que se han ido integrando a la malla para modernizar la carrera”.

—¿Cuáles ve que son los principales desafíos que tendrán los futuros diplomáticos y diplomáticas?

“Llegué como director de la academia hace un mes y medio, y he podido entrevistar a todos los estudiantes. Me ha parecido, sin excepción, que la selección que tuvimos fue muy buena, desde el punto de vista académico. Tenemos funcionarios con un muy alto nivel de conocimiento, con mucho entusiasmo y muy bien preparados, académica e intelectualmente. Pero hay una cosa que no se puede reemplazar, y es la vocación por el servicio público, el deseo de participar y de servir al Estado. Eso se ve especialmente cuando uno trata con un chileno que está en un caso de necesidad en el extranjero; es ahí que te das cuenta cuando una persona hace algo solo por cumplir. Es mucho más fácil cualquier trabajo que tú haces con ganas y con cariño. Eso no te lo da la universidad, ni el estudio, ni los libros, y yo les he transmitido que me gustaría que todos tuvieran eso.

Respecto a la malla curricular, me interesa que exista un curso sobre mediación. Es muy importante que en nuestras embajadas y misiones haya un buen ambiente laboral para que, en caso de pequeños conflictos, puedan ser solucionados.

También vamos a realizar cursos sobre Antropología de las Relaciones Internacionales, porque es muy relevante para nosotros comprender a los otros con que nos estamos relacionando. La idea es que una persona con experiencia, o un diplomático que conozca del tema, entregue a los estudiantes herramientas para poder tener mejor conocimiento de otras sociedades y otras culturas. Yo creo que, en negociaciones internacionales, incluso entre dos Estados, hay que tener un conocimiento sobre la diversidad cultural que existe”.

—Usted fue embajador en Suecia, donde existe una comunidad importante de connacionales. Sin perjuicio que existe un consulado general, ¿cómo fue su trabajo de vinculación con los chilenos y chilenos, que suponemos es parte importante del trabajo de esa embajada? ¿Cómo fue la experiencia allá, su primera como Embajador?

“Cuando fui nombrado embajador en el 2018 me sentí muy honrado y feliz. Sin embargo, quise dar un paso real en las tan nombradas diversidad e identidad, y pedí ser acreditado ante el país al que fui destinado con mi pareja del mismo sexo. Así, creo haber sido el primer embajador de Chile en avanzar en este sentido, y espero haber contribuido a abrir nuevos caminos.

En mi experiencia como embajador en Suecia, entre el año 1998 y el año 2002, justo se celebraron los 200 años de relaciones diplomáticas con Chile, por lo que me planteé el desafío de trabajar para la cooperación e intercambio de experiencias en temas relacionados con la innovación, tecnología, medio ambiente, igualdad de género, que son materias en las que Suecia mantiene un importante liderazgo. La segunda vez, entre el 2018 hasta el 2022, tuve una excelente relación con la comunidad de chilena”.

—En este marco, ¿qué podría recomendarle a los futuros diplomáticos y diplomáticas? ¿Cómo se puede generar ese tipo de relación con las y los connacionales fuera de Chile?

“Yo recomiendo siempre ser transparente con las personas con las que uno se relaciona. Con la comunidad chilena en Suecia, pude ver todo lo positivo que tenía; es una comunidad que nos debe dar mucho orgullo como chilenos. Están muy bien integrados, han aportado mucho a Suecia y son una comunidad que muy bien valorada entre la sociedad sueca”.

—Usted fue embajador en República Checa y Letonia, ¿cómo cree usted que las diplomáticas y diplomáticos chilenos pueden conectarse con esa parte del mundo?

“Fui embajador concurrente en Letonia y fue interesante escuchar lo que contaban del período en que estuvieron ocupados por la Unión Soviética. Sirve para entender como eso influye, por ejemplo, en su reacción frente a la agresión en contra de Ucrania. Todos los países tenemos diferentes formas de enfrentar las cosas y en Letonia aprendí sobre los horrores de la guerra, y que la diplomacia siempre debe perseverar para evitar cualquier conflicto.

Respecto a República Checa, yo viví en Praga cuando recién había caído el muro de Berlín. Aprendí bastante de lo que era el proceso de ajuste, de pasar de ser un país de la órbita soviética a ser un país europeo, y sobre como ellos querían con mucha energía, ‘volver a Europa’. Fue interesante vivir esos primeros momentos —que fueron bastante duros para mucha gente— y ver cómo iban avanzando con un objetivo en común, dejando atrás el pasado de tanto dolor y tanto sufrimiento que fue la ocupación nazi, luego la ocupación soviética, para lograr el regreso a la democracia y ‘volver a Europa’.

Cuando regresé, en 2022, como embajador de República Checa, teníamos una comunidad chilena pequeñita y muy buena, que reflejaba nuestra realidad como país. Hicimos muchas actividades en celebración de los 100 años de relaciones diplomáticas entre ambos países, dentro de las cuales destaco la instalación de una réplica de un Moai que teníamos en la embajada, en una de las principales plazas de Praga”.