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“Me siento súper orgullosa de terminar este ciclo, la primera mitad del Gobierno del Presidente Gabriel Boric, con un desempeño impecable de mi equipo”

La embajadora Pakarati destaca lo mejor de sus dos años a cargo de Dipro, así como los principales desafíos que enfrentó.

Concluye la primera mitad del Gobierno del Presidente Gabriel Boric y se cierra también un capítulo para la embajadora Manahi Pakarati, quien encabezó durante estos dos años la Dirección General del Ceremonial y Protocolo. En este tiempo le tocó gestionar la reactivación de la agenda internacional del Mandatario, luego que el estallido social y la pandemia pausara los viajes de las autoridades, y hacerse cargo de hitos poco comunes: la conmemoración de los 50 años del Golpe de Estado y el funeral de Estado del fallecido ex Presidente Sebastián Piñera.

— ¿Qué ha sido lo mejor y lo peor de estos dos años frente a Protocolo?

“Lo mejor ha sido conformar un equipo muy bueno, sólido, con mucha experiencia. Nos hemos podido afiatar muy bien al trabajo con los equipos de Presidencia y con las instituciones con las que trabajamos, como las del aeropuerto. Hemos logrado tener una excelente relación, muy buena cooperación y por eso nos han salido las cosas muy bien.

Me siento súper orgullosa y muy satisfecha de terminar este ciclo, la primera mitad del Gobierno del Presidente Gabriel Boric, con un desempeño impecable de mi equipo.

Quiero agregar que para mí fue un honor y un orgullo haber podido aportar en la conmemoración de los 50 años del Golpe de Estado, que se realizó en septiembre de 2023. Fue un hito que nos recuerda una época triste de Chile que no debería volver a repetirse y nos ayuda a comprender que la democracia es el único camino, y que la reconciliación entre los chilenos es algo primordial para poder seguir avanzando como país.

Quizás lo más difícil —no lo peor— ha sido aprender a trabajar con un gobierno muy joven. Al comienzo fue más complicado porque la gente de Presidencia por primera vez tomaba el mando y tenía poca experiencia en la administración pública. Y cuando uno viene de otro tipo de trabajo no sabe que tiene demasiadas barreras. Uno quiere hacer muchas cosas y hay muchos reglamentos”.

— ¿Cuál ha sido el mayor desafío para el equipo de Protocolo en este tiempo?

“Fue volver a retomar las actividades que estuvieron muertas o dormidas durante el estallido social y la pandemia. Por muchos años no hubo ceremonias, visitas oficiales ni giras del Presidente al extranjero. Entonces de Protocolo se fue yendo mucha gente y cuando llegué tuve que armar un equipo desde cero.

Otro de los desafíos fue el repentino fallecimiento del ex Presidente Sebastián Piñera. El momento en el que sucedió ya era difícil; estábamos en vacaciones, teníamos un tremendo problema de incendios en la V Región y tanto el Ejército como Carabineros estaban desplegados allá.

Muchas personas de mi equipo volvieron de sus vacaciones voluntariamente, porque se dieron cuenta de que teníamos que montar en horas un funeral de Estado. Felizmente, salió todo muy bien. Fueron días de ceremonia muy bonitos, que la familia del ex Presidente Piñera nos agradeció mucho y nos dimos cuenta de que los chilenos aprecian mucho las tradiciones y las ceremonias republicanas. Todo sucedió con mucho respeto y nadie empañó las ceremonias”.

— ¿Qué ha significado esta experiencia, en lo personal y profesional?

“En lo profesional, me sentí muy cómoda en este rol, puesto que ya había pasado por Protocolo unas cuatro veces anteriormente y ya había trabajado en distintos departamentos de la dirección. Ya conocía el trabajo desde abajo y lo que hace cada uno de mis funcionarios. Tener esa experiencia me dio la confianza de saber lo que estaba haciendo y de poder darle esa tranquilidad al Presidente.

En lo personal, fue bastante sacrificio, puesto que mi familia y mis niños —tengo una niña de 15 años y un niño de 12— viven en Rapa Nui. Este trabajo tiene un horario muy demandante e implica muchos viajes y dedicación. Entonces preferí que mi familia se quedara allá porque de todas maneras yo no tenía tiempo para estar con ellos.

Fue un sacrificio personal que hice sabiendo lo que significaba aceptar el cargo. Pero creo que ya he cumplido una etapa al concluir la primera mitad del Gobierno del Presidente Boric. Ya me siento satisfecha y quiero vivir con mis hijos porque no serán niños por mucho tiempo más”.

— ¿Cómo logran resolver las tareas más complejas?

“Las dificultades cuando uno está en Protocolo son los imprevistos y tener que tomar decisiones en segundos. Muchas veces mis funcionarios no tienen tiempo para preguntarme qué opino. Por eso es tan importante su experiencia.

Hay invitados que llegan a eventos sin avisar, que no confirman y aparecen, y no tienen lugar en la mesa. Hay que ver rápidamente cómo acomodarlos y tratar de darles el lugar de precedencia que les corresponde.

También, a veces, es difícil trabajar con los equipos de pre avanzada de visitas oficiales, porque tienen una idea de cómo se hacen las cosas y nosotros tenemos otra. Y tenemos reglamentos muy específicos y rígidos. A veces podemos flexibilizar y otras no. Trato de darles en el gusto lo que más puedo para que se sientan cómodos”.

— ¿Siente que ha representado a su pueblo, de alguna forma, en esta tarea?

“De todas maneras. Yo siento que siempre represento a mi pueblo. Siempre le digo a la gente que es muy fácil decir ‘yo soy orgulloso de ser rapanui’, pero para mí lo más importante es pensar si Rapa Nui estará orgullosa de mí”, dice.

Entonces recuerda el día en que asumió el Presidente Gabriel Boric, cuando decidió usar su atuendo ceremonial tradicional rapanui.

— Le pregunté al Presidente: “¿A usted le importaría si uso mi corona de plumas cuando vayamos al Congreso?” Yo sabía que eso podía ser muy llamativo y no tenía intención de opacar su figura. Él me dijo de inmediato que sí.

“Ese día, cuando tuve un momento para sentarme, me di cuenta de que tenía cientos de WhatsApp y de llamadas, de amigos y conocidos, que me decían que la gente estaba comentando quién era yo, por qué estaba vestida así, había críticos y personas que me apoyaban. La verdad es que me sentí súper orgullosa porque la mayor cantidad de personas de la isla estaba orgullosa de saber que una rapanui estaba ahí y que eso se había visto en todo el mundo. Recibí mensajes de indígenas de diferentes países y me sentí feliz de representar a los pueblos indígenas en general”.

— ¿Qué consejo le daría a su sucesor en el cargo?

“No tengo mucho consejo que darle, porque Christian Hodges-Nugent es un embajador de carrera, que tiene muchísima experiencia en la diplomacia.

Lo único que le diría es que tenga paciencia. Va a tener que acostumbrarse al estilo del Presidente, que es bastante joven y le gusta mucho improvisar. Muchas veces se va a salir del programa que uno le prepara”.

— Mirando al futuro, ¿cómo espera aportar a la relación con Nueva Zelandia, considerando su experiencia en el país y su conocimiento en materia de pueblos originarios?

“La relación entre Chile y Nueva Zelandia es bastante buena, es muy estrecha. Para nosotros es importante aprender cómo ha sido el modelo de negociación entre los pueblos maoríes con la Corona y tratar de aplicarlo para el tratamiento de nuestros pueblos indígenas.

Me gustaría también aportar a que Nueva Zelandia y las islas del Pacífico sean más cercanas a Latinoamérica.

Culturalmente, tenemos mucho que compartir. Por otra parte, también hay bastante intercambio entre universidades y es importante seguir fortaleciéndolo.

Nueva Zelandia fue el primer país con que Chile tuvo este acuerdo de visas Working Holiday. Ha sido una tremenda oportunidad y ahora hay que motivar a que neozelandeses también vengan a Chile; en ese sentido aún hay mucho que hacer”.