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18 de junio de 2008 
El Posibilismo com Factor Clave de Éxito para el Desarrollo
Intervención del Canciller, Alejandro Foxley R., al intervenir en el XII Encuentro Empresarial"Tus negocios sin límites", organizado por la Cámara Regional de Comercio de Valparaíso
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Agradezco la invitación que me ha formulado la Cámara Regional de Valparaíso para participar en este magnífico Decimosegundo Encuentro Empresarial "Tus negocios sin límites".

 

Quiero felicitar a los organizadores, en particular al Presidente de la Cámara, Pier Paolo Zaccarelli, porque -en las actuales circunstancias de la economía mundial- el eslogan de este evento revela el carácter de los emprendedores que Chile necesita.

 

Debemos considerar que "la economía mundial está entre el hielo de la recesión y el fuego de la inflación", según señaló Dominique Strauss-Kahn, director general del Fondo Monetario Internacional (FMI) en la XIV Conferencia de Montreal, en la que acabamos de participar junto a la Presidenta Bachelet.

Todas las señales indican que la situación es compleja en todas partes del mundo. El precio del petróleo sube día a día y los alimentos también han aumentado explosivamente su valor.

 

La crisis puede ser global. Pero, hay países más preparados que otros para enfrentarla. Y, desde esa perspectiva, me parece que nosotros tenemos que enfrentar tanto la actual situación como nuestro futuro con una fuerte dosis de posibilismo. Esto es, con la certeza de que tenemos las capacidades para seguir creciendo y para lograr cruzar el umbral al Primer Mundo en un tiempo no lejano.

 

Mi optimismo se basa, en primer término, en que tenemos ciertas protecciones para enfrentar los problemas coyunturales, que hemos construido paso a paso, a partir de una estrategia política exitosa y del esfuerzo de todos los chilenos, que han comprendido la necesidad de sacrificar algunos beneficios para tener un futuro más sólido. Desde ya  tenemos un fuerte superávit fiscal, una deuda pública neta positiva,  una deuda privada baja, un superávit en la cuenta corriente y una adecuada liquidez.

A todos estos factores, debemos agregar que no nos hemos quedado congelados esperando que la crisis pase para avanzar a nuestro objetivo de crecimiento con equidad, sino que –además de las medidas para enfrentar los problemas internos, en particular los que viven los sectores más vulnerables- hemos salido con decisión a buscar en el mundo desarrollado las oportunidades para perfeccionar a nuestro capital humano.

 

Por primera vez en nuestra historia vamos a pasar del envío de centenares a miles de jóvenes chilenos becados en los principales centros de conocimiento del mundo. Estamos generando las condiciones para que los profesionales y los técnicos de nuestras empresas vayan en pasantías a empresas con tecnología de punta. Y también estamos generando opciones para que nuestras universidades traigan al país a profesores visitantes para que perfeccionen a los formadores de los profesores chilenos.

 

Para esto es que la Presidenta ha creado el Fondo Bicentenario de Capital Humano, que contará con una inyección de 6 mil millones de dólares para ser invertidos en el exterior, lo que permitirá contar con unos 200 millones de dólares anuales para dicho fin.

 

Con este propósito fuimos la semana pasada a Canadá y a California. Y con el mismo propósito me apresto a viajar a Australia –donde firmaré el Tratado de Libre Comercio, cuyas negociaciones acabamos de terminar con ese país- y a Nueva Zelandia. Y de la misma forma, el Primer Ministro del Reino Unido ha informado a nuestra Mandataria que está disponible para generar un plan que permita que nuestros jóvenes se perfeccionen en sus aulas. Lo mismo vamos a hacer en Alemania y estamos explorando la posibilidad de contar con un programa similar con India, que como es sabido está entre los más adelantados en la tecnología y las comunicaciones.

 

Paralelamente, continuaremos trabajando para administrar adecuadamente y ampliar nuestros acuerdos comerciales. Nosotros tenemos construido un camino al desarrollo a partir de nuestra red comercial. Desde ya, el  año 2007 fue excepcional para Chile en material comercial, si consideramos que el comercio exterior global alcanzó la cifra récord de  110 mil millones de dólares.

 

Las exportaciones registraron montos cercanos a los 67 mil millones de dólares y un saldo en la balanza comercial superior a los 25 mil millones de dólares.

 

Estos números son producto de una política sistemática de apertura y diversificación comercial, que nos permite hoy contar con una veintena de acuerdos comerciales suscritos. Somos socios de 56 países, los que representan alrededor del 86% del PIB mundial, y con los cuales llevamos adelante más del 80 por ciento de nuestro comercio.

 

Hemos sido capaces de realizar un enorme esfuerzo por diversificar la oferta exportadora. Aunque el cobre sigue siendo el principal producto de exportación, en la actualidad 10 mil empresas (versus 200 en 1975) venden 5.250 productos (500 en 1975) en los mercados internacionales.

 

Asimismo, más de 3.000 empresas extranjeras procedentes de 60 países mantienen inversiones en Chile.

Si bien una parte significativa de las cifras de 2007 se explican por el alza del precio del cobre, hay otras áreas que han tenido una real importancia en el desempeño económico-comercial del país, como las exportaciones no tradicionales, que han crecido a una tasa superior al 35% este año –más que el promedio de las exportaciones totales de Chile- al igual que las exportaciones de las Pequeñas y Medianas Empresas (Pymes), que alcanzaron un alza de poco más del 20% el 2007.

 

Hubo buen desempeño de la capacidad exportadora chilena, donde productos ligados a los sectores agrícola, frutícola, pesquero, forestal y de manufacturas livianas en general, han experimentado un alza de gran alcance, dentro de los cuales las exportaciones de frutas subieron un 20%, al igual que las del sector forestal -a pesar de la crisis subprime- y las del vino más un 30% en comparación al año anterior. En 2007 se superó por primera vez la barrera de los mil millones de dólares en exportaciones de vino.

 

En definitiva, podemos decir que tenemos estabilidad política y reglas claras para el comercio y que estamos disponibles para trabajar en la idea de hacer al país más competitivo, para lo cual se requiere articular esfuerzos de los sectores públicos y privado.

 

Esto es fundamental, porque estamos a mitad de camino de alcanzar el objetivo de ser un país desarrollado. Para recorrer la mitad faltante necesitamos incorporar cada vez a más actores al sector productivo, continuar abriendo espacios en el mundo y generando alianzas estratégicas. Una de las tareas pendientes es incorporar de manera más contundente a la Pequeña y Mediana Empresa (PyME) en este camino. Son ellas las que generan el 80% del empleo nacional, están en todos los rincones del país y son una importante fuente de dinamismo de la economía nacional.

 

Aproximadamente, un quinto de las unidades económicas formales del país son PyMES, lo que corresponde a cerca de 130 mil empresas. Un porcentaje muy bajo de ellas logra ingresar de manera competitiva al comercio internacional. No todas están preparadas.

 

Para tener éxito en el proceso de globalización es necesario que los sectores público y privado trabajen en conjunto. Se trata de aprender que somos parte de un mismo proyecto de desarrollo nacional. Tenemos que sumar esfuerzos.

 

En esta perspectiva, me parece notable esta iniciativa que inauguramos, por cuanto no se queda  en el ámbito del análisis, sino que también considera rondas de negocios, exploración de asociación de universidades e intercambio de experiencias en ámbitos de interés de las empresas. Porque si hay algo que debemos tener todos muy claro, y estoy seguro que concuerdan con ello nuestros visitantes de los países latinoamericanos que se encuentran aquí, es que el desarrollo de esta parte del mundo sólo podremos obtenerlo y consolidarlo de manera más efectiva y más rápida si actuamos en conjunto en este mundo globalizado, que está basado fundamentalmente en la competencia.

 

Por eso mismo es que hemos sido insistentes y lo seguiremos siendo en cuanto a que el único camino valedero de nuestros países es trabajar para lograr una integración real en los ámbitos de la energía, la infraestructura y la protección social.

 

El primero, básico para producir, presenta la paradoja de que contamos en América Latina con países productores y consumidores, y no logramos ponernos de acuerdo para hacer negocios en esta área. El segundo, sin duda es vital para el transporte de nuestros productos y para que podamos en verdad transformarnos en puente, por ejemplo de los países del Asia Pacífico. Y el tercero tiene una dimensión ética, pero al mismo tiempo práctica, por cuanto ningún desarrollo puede ser constante a costa de los sectores más vulnerables. Ello genera inseguridad, inestabilidad y explosiones de descontento.

 

Permítanme insistir en el tema de la importancia del Asia Pacífico, que por la demás la Presidenta nos ha desafiado a trabajarlo en conjunto con los países de la región. En esa parte del mundo, está el 60% de la población mundial; allí están los países que crecen a más de un 8% al año. China lleva 25 años creciendo con tasas de alrededor de un 10% al año y ya es la tercera potencia económica mundial y muy pronto será la segunda. En esos países empieza a surgir una clase media que demanda una diversidad de productos y bienes de consumo mucho mayor que la que nunca tuvieron, productos que significan mayor valor agregado y mayor sofisticación en la producción. China tiene hoy una clase media de unos 300 millones de personas, y en el conjunto del Asia se estima que cada diez años habrá 300 millones adicionales en el resto de los países que estarán en esa condición de consumidores mucho más sofisticados de lo que han sido tradicionalmente.

 

Ante este mundo que se abre y que crece, el centro de gravedad de la economía mundial se va desplazando desde los tradicionales países desarrollados del Norte hacia el Asia. Entonces, el desafío consiste en quién llega primero a esos mercados.

 

Estos mercados van a ir generando nichos cambiantes en términos de oportunidades de colocar productos, y que por lo tanto van a requerir la generación de una economía más inteligente, una economía del conocimiento que esté más alerta y con capacidad de innovar, de crear y de generar nuevas formas de producción.

 

El problema de fondo es que nuestras empresas y empresarios van a recibir pedidos de tal dimensión que nuestros productores muy difícilmente van a poder responder solos. Para llegar a estos mercados la palabra clave va a ser la asociatividad, la capacidad de combinar esfuerzos productivos no sólo dentro de la frontera, sino con empresas en distintos países que tienen ventajas similares.

 

Para lo anterior, es imprescindible la cooperación público-privada y, como he resaltado, la cooperación también entre los países latinoamericanos.

 

Si uno ahonda en la velocidad con que países como Australia y Nueva Zelandia están alertas y llegando a los mercados del Asia, se debe concluir que hay allí una gran coordinación de esfuerzos entre los organismos públicos, los centros de investigación universitarios y las empresas privadas, en que partiendo de lo que la empresa ve en el mercado como oportunidad, se genera una cadena de cooperación para llegar rápidamente con nuevos productos de alta calidad a ese mercado.

 

El tema de la asociatividad es fundamental. Asimismo, el protagonismo en este proceso de desarrollo tiene que ir transfiriéndose gradualmente desde el Estado -que en el caso de Chile la tarea ha sido y seguirá siendo la apertura y consolidación de los mercados, las negociaciones de condiciones arancelarias favorables, la tributación adecuada, la presencia política y la ampliación de la cooperación, así como las alianzas con otros países- hacia las empresas y empresarios.

 

La asociatividad la veo, asimismo, como la necesidad de cooperación entre países similares o afines. Asociatividad también con los países del Asia Pacífico. El signo de los tiempos es que tenemos que pensar en grande. Tenemos que enfocar nuestra labor en aquellas regiones en donde se está generando el mayor dinamismo en el mundo. Tenemos que ser capaces de crear redes de negocios entre empresas de países del Pacífico y que sirva este esfuerzo también como una plataforma para los países del Atlántico. Por eso es que hemos impulsado con fuerza, con México y Perú,  la creación del Arco del Pacífico.

 

Tenemos que hacer emerger una cultura empresarial y gubernamental marcada por el sello de la cooperación. No es posible conformarse con mercados seguros, pero restringidos. No es posible seguir viendo a la globalización como una amenaza, como todavía ocurre en algunos lugares en América Latina. No debemos tener temor, debemos definir una proyección hacia el mundo ambiciosa y dispuesta a asumir todos los riesgos.

 

Las empresas tienen que atreverse -como tienen que atreverse los gobiernos- a asumir innovación, las nuevas tecnologías, relaciones de confianza y de largo plazo con clientes y proveedores, la competitividad basada en la combinación precio-calidad, principios como el trabajo sustentable con el medio ambiente, y por sobre todo, el desarrollo del capital humano.

 

Quienes así lo hagan estarán recorriendo la mitad del camino que nos falta. Si logramos multiplicar su espíritu y capacidad de gestión, podremos alcanzar el mayor anhelo, contar con un Chile desarrollado y con amplias oportunidades para todos.

 

Por eso considero muy interesante este encuentro. Porque muestra, en primer término, iniciativa y la convicción de que es posible dar el salto a una nueva estación.

 

Y, en segundo término, quiero resaltar el hecho de que este trabajo se realice presentando el talento y la capacidad de una región. Chile tiene 15 regiones y cada una de ellas debe ser capaz de insertarse en el mundo global con sus propias particularidades.

 

Desde ya, la Región de Valparaíso exportó durante 2007 un total superior a los 5 mil 850 millones de dólares, un 4,9 por ciento más que en el año 2006. La participación de esta zona en el total exportado alcanza al 8,9 por ciento.

 

¿Qué más nos dicen los datos preparados por nuestra Dirección General de Relaciones Económicas Internacionales? Que Valparaíso accedió a 124 mercados. Los cinco más importantes, en término de ingresos en dólares fueron Estados Unidos, Brasil, China, México y Holanda.

 

Los principales productos exportados por la Región de Valparaíso son cobre, uva, manzana, palta Hass y oro en bruto.

 

Y dos datos muy interesantes: El año pasado aumentaron        –respecto del año 2006- de 812 a 865 el número de exportadores y de 1055 a 1098 el número de productos vendidos por esta zona del país.

 

Como se puede apreciar, esta región –donde tenemos a su capital como Patrimonio de la Humanidad- tiene una participación relevante en materia productiva y exportadora de Chile, además por cierto de ser el gran centro de embarque y desembarque marítimo de Chile. Y, por lo mismo, debería ser nuestro principal relacionador con el Asia Pacífico, que –como hemos visto- va camino a transformarse pronto en el principal hábitat del comercio mundial.

 

Yo invito a los empresarios de esta región, a los centros de estudio e investigación, y también por cierto a sus autoridades regionales y locales a sumarse a esta gran tarea de aprovechar las oportunidades que estamos abriendo en el mundo, en particular en el ámbito de la formación de capital humano, que es lo que nos permitirá enriquecer nuestra gestión global y traspasar las barreras del conocimiento.

 

Una vez más felicitaciones por entender con claridad que, cuando uno se lo propone, no hay límites para crecer.