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Domingo 3 de agosto de 2008  
DISCURSO DE   S.E. LA PRESIDENTA DE LA REPÚBLICA DE CHILE,   SEÑORA MICHELLE BACHELET JERIA,   EN SESIÓN PLENARIA DE LA ASAMBLEA LEGISLATIVA DE PANAMÁ   Ciudad de Panamá, 22 marzo de 2007
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Estimados legisladores de la Asamblea de Panamá:

En mi primera visita a Panamá en mi calidad de Presidenta de la nación chilena, reciban mis saludos más sinceros y permítanme manifestar mi alegría de encontrarme en tierra panameña. Por segunda o tercera vez, debo decir, pero mi primera vez como Presidenta de la República de Chile.

Al mismo tiempo, quiero expresar mi reconocimiento por permitirme hacer uso de la palabra ante esta Asamblea Legislativa que reúne a lo más representativo de la democracia panameña.

Las demostraciones de afecto y aprecio que he recibido desde mi llegada a estos suelos, se repite una vez más al participar ante esta Corporación.

Me siento, por tanto, y quiero decirlo con claridad, honrada y emocionada. Es una muestra de cariño hacia el pueblo de Chile y nos invita a continuar trabajando con más fuerza que nunca, por la amistad entre nuestros pueblos.

Sean, entonces, mis palabras para renovar ante ustedes esos vínculos de hermandad que se han forjado entre los gobiernos y los pueblos de Panamá y Chile, para traerles un mensaje de fraternidad y para formular y compartir con ustedes algunas reflexiones como Presidenta de la República.

Panamá ha sido, desde hace siglos, el puente natural de facilitación del comercio y la inversión en el continente americano, tanto al interior de la región como con otros continentes.

Desde las famosas ferias de Portobelo en el Siglo XVI, que promovieron el comercio entre España y América, Panamá ha desempeñado un papel clave en el desarrollo y la prosperidad a nivel internacional, gracias al intercambio comercial y a la inversión que ha facilitado y promovido.

Grandes visionarios, como Simón Bolívar, pronosticaron el destino de Panamá hace varios siglos.

El prócer panamericanista convocó la celebración en Panamá del primer intento de unificación hemisférica, el Congreso Afictiónico de 1826, una reunión de Repúblicas hispanoamericanas con asistencia de observadores de otras naciones. A un lado, el Océano Pacífico; al otro lado, el mar de las Antillas. Uniendo a ambos, el Istmo de Panamá como puente hemisférico.

Pero esto no es sólo una evocación histórica.

Es, por el contrario, una apelación a la renovación de la grandeza de la construcción regional que nos legaron nuestros padres de la Patria, cuyo principal desafío todavía sigue siendo -debemos reconocerlo- la construcción de sociedades capaces de incluir y crear oportunidades para todos sus hijos e hijas.

Mucho hemos avanzado, sobre todo en los últimos años.

La democracia es hoy, final y felizmente, la regla y no la excepción en la América Latina.

Del mismo modo, por primera vez en mucho tiempo, podemos observar un mejoramiento gradual, pero a la vez sostenido, de los indicadores económicos y sociales.

Pero los avances son demasiado lentos.

Todavía tenemos 205 millones de pobres en América Latina y el precio que estamos pagando por esta lentitud es el surgimiento de un enorme desencanto con esta democracia que tanto nos ha costado construir o reconstruir en nuestra Latinoamérica.

Pero somos optimistas. Hay experiencias y procesos positivos, como los que por ejemplo viven, precisamente, Panamá y Chile.

No sólo hemos crecido y consolidado instituciones. También hemos fortalecido nuestro vínculo bilateral.

Una pieza fundamental en este proceso de fortalecimiento del vínculo bilateral es la importancia que le atribuye Chile a la modernización y ampliación del Canal de Panamá.

Y éste es un tema de gran relevancia para mí país, puesto que más del 35 por ciento de nuestras exportaciones, las cuales son el motor del crecimiento sostenido que hemos tenido desde 1990, transita por el Canal, y hoy somos el cuarto usuario a nivel mundial.

Por eso mi país ha visto con simpatía los esfuerzos que ha hecho Panamá por ampliar y modernizar sus estructuras, consolidándose al mismo tiempo como un punto neurálgico para la relación de América Latina con el Atlántico y el Pacífico.

La firma, a su vez, del Tratado de Libre Comercio el año 2006, es también es un componente importante del positivo momento que vivimos.

El acuerdo, cuando entre en vigencia, permitirá intensificar nuestro intercambio en un futuro cercano y alimentará de manera permanente este renovado espíritu de entendimiento y cooperación entre Panamá y Chile.

Y quiero aprovechar esta oportunidad de agradecer públicamente a esta Asamblea Legislativa por la premura con que ratificara ese tratado.

Asimismo, el nuestro ha ingresado, luego del receso de vacaciones, al Parlamento, y quiero reiterar el compromiso de mi gobierno de culminar lo antes posible el proceso de ratificación parlamentaria en Chile.

Y como hago siempre en mi país, aprovechando que estamos aquí con parlamentarios, voy a pedirles que ellos puedan ser al regreso a Chile un factor de fuerza y aceleración en el proceso de ratificación de este Tratado de Libre Comercio, que sin duda va a provocar grandes beneficios a ambas naciones.

Bueno, y esto es muy bueno, porque yo vengo aquí con parlamentarios de oposición y de gobierno, así que esperamos contar con una amplia mayoría y pronto sacar adelante este tratado.

Este tratado, y nuestra significativa participación en la EXPOCOMER, reflejan también las brillantes perspectivas de nuestro intercambio comercial, que ha reflejado en los últimos años una tendencia de permanente crecimiento.

Sin embargo, nuestras coincidencias con Panamá son mucho más sólidas y no han hecho sino profundizarse, especialmente en lo político. Y me refiero, por ejemplo, al apoyo otorgado -y que quiero agradecer- por esta Asamblea al senador chileno Jorge Pizarro, para su elección al cargo de Presidente del Parlatino, el cual, como decía al inicio de mis palabras, deseo agradecer públicamente.

Pero también me refiero también a nuestras coincidencias y a nuestras vocaciones.

Somos economías pequeñas, abiertas al comercio, con una temprana apuesta por una inserción en una economía globalizada. Compartimos visiones similares sobre nuestros modelos de desarrollo, y también sobre nuestra inserción en la región y en el mundo.

Compartimos, además, una posición estratégica de mirar al Pacífico y, por lo tanto, de mirar y qué más podemos hacer, y eso hemos estado conversando con el Presidente y su gabinete, frente a esta región del mundo con mayores desafíos y con mayor crecimiento vertiginoso, que es el Asia Pacífico.

Compartimos también una común valoración por la democracia, la necesidad de la integración, la paz, la seguridad, la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo.

Por eso que me parece que este viaje se produce en el momento preciso, en que debemos estrechar nuestro diálogo y nuestra cooperación.

Y, por lo tanto, debemos trabajar juntos en la consolidación de la democracia; en la superación de la pobreza, de las desigualdades y de la exclusión social; y en la construcción de un proceso de integración efectivo en la región.

Amigas y amigos de la Asamblea Nacional:

La democracia debe ser capaz de dar respuestas a nuestros compatriotas.

Los ciudadanos tienen que vivir y sentir que la democracia mejora sus condiciones a lo largo de sus vidas. Y para eso es imprescindible que nuestros gobiernos sean eficaces y eficientes.

Para ello, las políticas económicas pro crecimiento tienen que ir de la mano de políticas sociales, porque crecimiento y equidad son, a nuestro juicio, dos elementos indispensables de una misma ecuación. Nos gusta decir en Chile que queremos crecer incluyendo y que queremos incluir creciendo. Nos gusta pensar en Chile que es perfectamente posible hacer ambas cosas y que eso es lo que requieren nuestros pueblos.

No es posible aplicar políticas pro equidad sin crecimiento económico y sin disciplina fiscal. Pero tampoco el crecimiento económico es políticamente sostenible en el mediano plazo, si no hay un acuerdo, un consenso básico y genuino entre el mundo político, empresarial y social de una democracia, para garantizar, a la vez, la legitimidad del régimen político.

Y no nos equivoquemos en esto, porque no hay atajos para el desarrollo de la democracia.

Y esa es la experiencia que nosotros quisiéramos compartir con ustedes desde Chile. Y lo decimos con mucha humildad. En estos años de democracia, los chilenos hemos logrado, yo diría, casi por primera vez en muchas décadas, ingresar a una etapa de crecimiento económico sistemático, pero a la vez de reducción sostenida de la pobreza.

Cuidemos la democracia, queremos en Chile cuidar la democracia, y continuar generando los acuerdos básicos que nos permitan crecer económicamente pero, a la vez, avanzar hacia lo que nuestros pueblos necesitan: sociedades más justas, más inclusivas, más humanas, más participativas e igualitarias en términos de género y de oportunidades.

En tal sentido, quiero aprovechar la ocasión para hacer llegar un cordial saludo a la junta directiva del Foro Nacional de Mujeres de Partidos Políticos aquí presentes, porque creo que es una iniciativa muy importante.

Como mujer, me permitirán los señores diputados pasar este comercial, porque creemos que en una democracia, cuando hablamos de mayores oportunidades y queremos personas más libres, estamos hablando de hombres y mujeres más libres y más plenamente integradas a la sociedad.

El éxito de nuestras democracias permitirá, asimismo, el éxito de la integración. Las dificultades de los procesos democráticos latinoamericanos han originado búsquedas alternativas al desarrollo, y esto ha impactado el proceso de integración.

Por eso que es imperioso que en este momento aceptemos que nuestra región siempre ha sido diversa, y que esta diversidad debemos respetarla e incluso valorarla. Pero al mismo tiempo con reconocer esa diversidad, tenemos que esforzarnos y buscar, dentro de ese cuadro de relativa complejidad, los elementos comunes que nos permitan continuar la marcha de la integración.

Aceptar la diversidad significa, en primer lugar, respetar las diversas opciones que democrática y legítimamente cada país ha ido adoptando.

Aceptar la diversidad también significa aceptar que la integración se está construyendo en los hechos, como un proceso de regionalismo abierto.

En este camino, los distintos procesos nacionales y subregionales, como el SICA, la Comunidad Andina o el MERCOSUR, deben ser entendidos, en el mediano y largo plazo, como complementarios y convergentes entre sí, en una región que busca integrarse y no aislarse del mundo.

Esa es la perspectiva con que hemos ido trabajando en Chile, y que creemos compartir con Panamá, un país abierto al mundo y más incluso que Chile.

Chile ha propuesto la idea de que fortalezcamos la relación de América Latina con Asia Pacífico. Ya lo decía hace un rato, es la zona de mayor dinamismo de la economía mundial, pero también una zona donde vemos experiencias exitosas de superación del subdesarrollo.

Ya hemos propuesto este acercamiento al MERCOSUR. Hace muchos años que estamos trabajando en la creación de los corredores del Atlántico al Pacífico, y en esta etapa nos parece también muy importante que podamos trabajar en esa perspectiva con los países Centroamericanos.

Por esta razón es que hemos manifestado nuestro propósito de integrarnos en calidad de observadores al SICA, testimoniando así el empeño y prioridad que otorgamos a esta querida región.

Chile ya ha avanzado mucho en su inserción al Asia Pacífico y el balance es muy positivo. Chile, en este amplio camino de construcción de redes de integración y de acuerdos comerciales, ha firmado prácticamente 53 ó 54 acuerdos comerciales. Chile, somos un país de 16 millones de habitantes, y el conjunto de los tratados de acuerdos comerciales nos está abriendo un mercado que, cuando finalicemos, ahora la próxima semana, que nuestro Canciller va a firmar el Tratado de Acuerdo con Japón, vamos a llegar a un mercado de 3.000 millones de habitantes. Y creemos que esas son oportunidades que los países que estamos mirando al Pacífico tenemos que compartir, en experiencias que puedan ser muy fructíferas para nuestros países.

El Presidente Torrijos nos ha pedido que Chile apoye el ingreso de Panamá a la APEC, y nosotros hemos accedido gustosos, tal como lo hemos hecho con Perú y Ecuador, y ahora lo estamos haciendo con Colombia. Chile abogará para que Panamá pueda estar en ese importante espacio de integración y de futuro de las economías del Asia Pacífico.

Así como la integración supone el que seamos capaces de aumentar nuestros intercambios y nuestra interdependencia entre los países de la región, Chile cree firmemente que debemos entender nuestros proyectos nacionales de desarrollo como parte también de una estrategia de inserción internacional basada en un incremento de nuestra competitividad.

Y hoy día en la mañana hemos partido las actividades de esta visita con un encuentro con empresarios chilenos y panameños, mirando un área específica que es infraestructura para la competitividad, pero queremos seguir trabajando en muchas líneas.

No debemos olvidar que en el mundo que vivimos la competencia es global, y que no sólo compiten las empresas, sino también las economías y los sistemas nacionales.

Y en una era de economías basadas en el conocimiento, finalmente los que compiten también son las personas.

Como pueden ver, existe una fuerte conexión entre la calidad de nuestra política, los niveles de inclusión social, nuestra inserción internacional, y de nosotros depende que todo aquello sea un circuito vicioso o, como todos queremos, virtuoso.

Amigas y amigos:

Es indispensable que profundicemos nuestra integración para incrementar nuestra competitividad. Y si no fortalecemos nuestra concertación política para actuar como región frente a un mundo cada vez más complejo y cambiante, las posibilidades de éxito y de influencia van a ser cada vez más limitados.

Así como queremos más democracia y más desarrollo, también coincidimos en nuestra voluntad por influir como latinoamericanos en la marcha de los acontecimientos globales y tener, como ya decía, una globalización más justa, donde se respete el Derecho Internacional y donde las relaciones internacionales se basen sobre normas acordadas de forma multilateral y no unilateralmente.

Por eso no puedo sino felicitar al Gobierno de Panamá y al Presidente Torrijos por el liderazgo que ha exhibido en el fortalecimiento de la concertación política latinoamericana, el que se reflejó en el amplio consenso que despertó su elección como miembro no permanente del Consejo de Seguridad a nombre de nuestra región.

Una clara muestra de esta cooperación latinoamericana para resolver juntos nuestros problemas, es lo que en este momento estamos haciendo en Haití, junto a Panamá y a los países hermanos de nuestra región, aspecto en el cual también quisiera destacar la activa participación de Panamá para lograr la aprobación de la Resolución 1743, que permitió renovar el mandato de la Misión de las Naciones Unidas Para la Estabilización de Haití.

Chile ha estado desde el primer momento junto a Haití. Sentimos que si Chile ha sido un país en que se ha logrado tener un crecimiento sostenido en estos años, consolidar su democracia, avanzar en torno a acuerdos básicos que contamos en toda la sociedad, que tenemos que tener un apoyo sustantivo al país de nuestra región que está en situaciones precarias como Haití.

Así que, agradecemos el compromiso que Panamá ha manifestado permanentemente a este respecto.

Amigas y amigos de la Asamblea Legislativa:

No puedo ocultar mi satisfacción por el hecho que con ocasión de esta visita logramos proyectar nuestros caminos, políticos, económicos y culturales, que nos permitirán, sin duda, proyectar a la vez nuestras relaciones hacia un futuro más promisorio y abundante de resultados concretos y positivos.

Así lo soñaron nuestros libertadores. Así lo esperan de nosotros nuestros pueblos.

Mucho éxito en sus tareas legislativas. Sepan que cuentan siempre en Chile, como un país hermano, un país socio, que quiere transitar con Panamá hacia un camino de mayor prosperidad y bienestar para nuestros pueblos.

¡Viva Panamá, viva Chile!

Muchas gracias.