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Santiago de Chile – Lunes 14 de diciembre de 2011 
Discurso de condecoración con la Orden al Mérito de Chile S.E.R. Monseñor Dominique Mamberti Secretario para las Relaciones con los Estados
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Su Excelencia Reverendísima Monseñor Dominique Mamberti
Su Excelencia Reverendísima  Mons. Ricardo Ezzati
Su Eminencia Reverendísima Cardenal Jorge Medina
Ministro Secretario General de la Presidencia, Sr. Cristián Larroulet
Su Eminencia Reverendísima Monseñor Ivo Scapolo, Decano del Cuerpo Diplomático
Ministro del Tribunal Constitucional, Sr. José Antonio Viera-Gallo
Presidente de la Comisión de RR.EE., Sr. Carlos Abel Jarpa
Miembros del Cuerpo Diplomático
Altas Autoridades Eclesiásticas
Directores de este Ministerio
Amigas y Amigos

Nos reunimos hoy para rendir un merecido homenaje del Gobierno de Chile a Su Excelencia Reverendísima Monseñor Dominique Mamberti, Secretario para las Relaciones con los Estados de la Santa Sede, con ocasión de la Visita Oficial que realiza a nuestro país.

Conocidos son los extraordinarios méritos personales y profesionales de Monseñor Mamberti, así como su vasta experiencia diplomática. Como miembro del Servicio Exterior del Vaticano ha estado destinado en las Nunciaturas Apostólicas en Argelia, Chile -entre 1990 y 1993-, ante las Naciones Unidas en Nueva York y en El Líbano. En 2002 fue consagrado Arzobispo Titular de Sagona (Pisa) y nombrado Nuncio Apostólico en Sudán y Delegado Apostólico en Somalia. Posteriormente se desempeñó como Nuncio en Eritrea y en septiembre de 2006 fue designado por el Papa Benedicto XVI como Secretario para las Relaciones con los Estados, cargo equivalente a Ministro de Relaciones Exteriores de la Santa Sede.

Hace algunos meses, el Papa Benedicto XVI, al dirigirse a los alumnos de la Pontificia Academia Eclesiástica –los sacerdotes que formarán parte del Servicio Exterior de la Santa Sede–, expresó que los rasgos que deben caracterizar a quienes trabajan en la llamada “diplomacia pontificia” son la lealtad, la coherencia y una profunda humanidad. Son estas precisamente algunas de las cualidades de Monseñor Mamberti, quien, como Secretario para las Relaciones con los Estados de la Santa Sede, dirige con destreza y sabiduría la prestigiosa diplomacia vaticana.

Sin lugar a dudas, en los años en que Monseñor Mamberti ha desarrollado su delicada labor, se ha profundizado aún más el ambiente de cooperación y entendimiento en que se desenvuelve la relación entre Chile y la Santa Sede. 

En los últimos años han sucedido hechos y efemérides conjuntas que nos llenan de satisfacción. La conmemoración en el Vaticano del 25° Aniversario de la Firma del Tratado de Paz y Amistad entre Chile y Argentina, en noviembre de 2009, fue una extraordinaria ocasión para destacar y agradecer la Mediación del venerado Papa Juan Pablo II, que evitó una confrontación entre hermanos y sentó las bases de la paz y la cooperación entre ambos países.

También recordamos con emoción la Visita Oficial que realizó a nuestro país Su Eminencia Reverendísima el Cardenal Tarcisio Bertone, Secretario de Estado de Su Santidad, en abril de 2010, pocos meses después del terrible terremoto que afectó gran parte de nuestro territorio. En esa ocasión, el Cardenal Bertone nos trajo un mensaje de esperanza, acompañado de una imagen de la Virgen del Carmen, regalo de la Santa Sede por el Bicentenario Patrio. Al agradecer ese significativo gesto, le señalé a Su Eminencia que la imagen acompañaría el mensaje del Evangelio y la esperanza a las zonas más devastadas por los trágicos hechos del 27 de febrero.

En marzo de este año, el Presidente Sebastián Piñera realizó una significativa Visita Oficial al Vaticano, en la que fue recibido en Audiencia por Su Santidad el Papa Benedicto XVI. Esa oportunidad que tuvimos de acompañar al Presidente como integrantes de la Delegación de Chile, la recordaremos por toda la vida. Parte importante del éxito de la visita la tuvo Monseñor Mamberti, quien, junto a nuestra Embajada ante la Santa Sede, se preocupó hasta del más mínimo de los detalles de su preparación.

No puedo dejar de mencionar, también, el honor que me correspondió al presidir la Delegación Nacional que participó en la Beatificación del Siervo de Dios, nuestro querido Papa Juan Pablo II, el 1° de mayo pasado. Asistir a la Misa de Beatificación en la Plaza San Pedro, y después, rendirle homenaje en la Casina Pío IV, en una ceremonia presidida por Monseñor Mamberti para agradecer, junto a la delegación argentina, la Mediación Pontificia y su legado de paz, fue una inmensa alegría.

Monseñor Mamberti, en el período en que realizó su labor diplomática en la Nunciatura Apostólica en Chile, a principios de los años noventa, pudo conocer a nuestro país y su gente. Pudo apreciar que nuestros principios, tradiciones y valores tienen un profundo sello de raíces cristianas. Tenemos también una larga historia de cooperación entre la Iglesia y el Estado, que se extiende a los más diversos ámbitos de la vida pública. La presencia de la Iglesia se ha manifestado y manifiesta especialmente en la educación, en la labor social, en la promoción y defensa de los Derechos Humanos, en su constante promoción de valores esenciales, en su contribución a la paz social y a la unidad nacional, especialmente en momentos difíciles.

Este fundamental papel de la Iglesia en la vida nacional se expresa, por supuesto, en la larga y fructífera relación de Chile con la Santa Sede que se extiende por más de siglo y medio. Dicha relación expresa principios y valores compartidos en lo bilateral y en la esfera multilateral. La defensa de la vida y de la familia, la lucha contra la pobreza, la promoción de la paz y la seguridad, la defensa de los Derechos Humanos, la solución pacífica de los conflictos y el cuidado del Medio Ambiente son principios y objetivos que compartimos y en los que debemos seguir trabajando unidos para edificar un país y un mundo mejor.

Señoras y Señores, es para mí un honor, en representación de nuestro país, otorgarle a Vuestra Excelencia Reverendísima la Orden al Mérito de Chile, en su grado de Gran Cruz, la más alta condecoración con que el Gobierno de Chile distingue a personalidades extranjeras por invaluables servicios prestados al país. Esta condecoración representa el sentimiento de reconocimiento y gratitud que tenemos por su labor y amistad durante tantos años.

Estoy seguro que en el futuro continuaremos trabajando muy unidos en la defensa de los valores más profundos de la humanidad y en la construcción de un mundo mejor para todos y cada uno de sus habitantes.

Muchas gracias.