La integración regional constituye una prioridad para Chile y todos los presentes. Su presencia aquí hoy es una muestra de este anhelo compartido y del compromiso que nos convoca. Nuestro diálogo tiene la potencialidad de constituir un hito relevante en este proceso de construcción de un espacio común, donde interactúen diversos actores en pos de iniciativas que conduzcan a un mayor bienestar para los ciudadanos latinoamericanos.
Agradecemos a los ministros de los distintos países que nos acompañan estos días, así como a los intelectuales, empresarios y directivos de organismos regionales presentes e interesados en promover una mayor convergencia entre la Alianza del Pacífico y el Mercosur, así como otros esquemas regionales.
El contexto internacional que enfrentamos es el de una economía mundial que no logra recuperar el dinamismo anterior a la gran crisis del 2008-2009. Todavía vemos un estancamiento en la zona del Euro, una situación de recesión técnica en Japón, y al mismo tiempo una recuperación insuficiente Estados Unidos. La expansión de la economía china también se ralentiza, por factores externos e internos. Caen los precios de los productos básicos que nuestra región exporta, mientras la menor disponibilidad de liquidez nos encarece el financiamiento externo. El comercio mundial también se está viendo arrastrado a esta situación, mostrando una expansión promedio de sólo 2,5 por ciento anual desde el año 2012.
Este contexto de una economía mundial que se ralentiza, que no se recupera, se agrega a una economía mundial que se está estructurando crecientemente en función de macro regiones altamente integradas, como lo evidencian las tres grandes "fábricas" mundiales: América del Norte, Europa, y Asia Oriental. Estas regiones se caracterizan por un fuerte nivel de comercio intrarregional, entre el 50 y 60%, y por una fuerte integración productiva. Esto también se está reflejando en otros ámbitos, en otras áreas geográficas. En África, por ejemplo, se está mirando esta misma necesidad, puesto que a mediados de diciembre entrará en vigencia la primera fase del Área de Libre Comercio Tripartita, una iniciativa africana que engloba tres acuerdos de menor tamaño para conformar una gran área integrada que se extenderá desde Egipto hasta Sudáfrica.
América Latina, que siempre ha representado una fuerza económica y política indudable, en un mundo de bloques y asociaciones, también necesita avanzar en la misma dirección. Creemos que tenemos que avanzar hacia una mayor a unidad, defender nuestros intereses, avanzar en un desarrollo sostenible e inclusivo. Pero el comercio interregional en América Latina y el Caribe alcanza apenas al 18% del total y la presencia en las cadenas regionales de valor es todavía muy escasa.
Una mirada atenta a lo que ocurre en el mundo, creo, nos indica que profundizar la integración no es una opción, es una necesidad. Para que ello ocurra es imperativo tender puentes entre las iniciativas de integración económica regional.
El potencial que ofrece el mercado consumidor latinoamericano, de 600 millones de habitantes, es por definición superior al que ofrece cualquier esquema de integración de forma separada. Lo mismo ocurre con el atractivo que presenta una América Latina integrada como socio para otras regiones del mundo. Varios de los cancilleres que estamos aquí estuvimos en APEC y vemos que no es alguno de los esquemas subregionales, sino que toda América Latina la que tiene que proyectarse en función de la región del futuro que es China y Asia.
Entonces, creemos que la integración regional hay que construirla a partir de hechos concretos, igual que un edificio que se construye a partir de ladrillos. Y creemos que contamos con una serie de instancias y bases sólidas para consolidar nuestros vínculos. Ya existen acuerdos bilaterales y subregionales. Los empresarios están construyendo una integración silenciosa. A través de las multilatinas que invierten en los distintos países, están creando interdependencia entre nosotros y eso también hay que valorarlo más allá de los acuerdos formales que abren las puertas justamente a los empresarios para que inviertan y crucen la frontera.
El Mercosur y la Alianza del Pacífico –si bien responden a modelos económicos y formas distintas de inserción en la economía mundial– constituyen dos componentes esenciales, cuya convergencia gradual y pragmática otorgaría importantes beneficios a los países integrantes de cada bloque y contribuiría al objetivo más amplio de la integración regional. Un fluido diálogo entre los dos grupos permitirá intercambiar ideas y experiencias que impulsarán no sólo avances en los ámbitos ya conocidos, sino que abrirán nuevos espacios.
Creo que la convergencia, el diálogo o la concertación entre los dos bloques y los demás bloques de la región pueden fortalecer nuestra voz y la capacidad de negociación de toda la región a nivel global. Una región dividida entre el Atlántico y el Pacífico no nos favorece, nos debilita.
Y creo que tenemos que combatir esto con hechos concretos. La percepción en algunos medios más bien externos a la región de que nuestra región está dividida entre el Atlántico y el Pacífico, tiene que ser desvirtuada. De hecho, nuestra condición bioceánica es una ventaja estratégica, porque nos conecta con los principales centros de producción y de consumo a nivel mundial. Como sostuvo una vez la Presidenta Dilma Rousseff, "nuestro continente tiene la suerte de ser bañado por dos océanos, el futuro de América Latina depende de nuestra capacidad de unir esos mares". Efectivamente creo que tenemos que aprovechar esta ventaja y, como decía la Presidenta, la desigualdad en todas sus formas, el calentamiento global, el acceso a los bienes públicos, la seguridad, la gobernanza, la participación ciudadana, son todas áreas en las cuales estamos dando batallas a diario al interior de nuestros países, pero también a nivel regional y global.
Si actuamos en forma aislada, nuestras capacidades para incidir en la agenda post 2015 son limitadas. Lo he dicho más de una vez: me inquieta que otras regiones del mundo ya hayan acordado sus puntos de vista para la agenda de desarrollo post 2015 y América Latina y el Caribe no lo haya hecho aún. Eso es preocupante porque una región de renta media como es América Latina y el Caribe, con la sola excepción de Haití, no va a ver reflejado sus puntos de vista, sus necesidades de desarrollo, que son distintas a las de otras regiones como África y Asia.
Eso entonces nos debe obligar a pensar y a hacer un esfuerzo adicional de avanzar hacia un diálogo. Por eso hemos insistido en el diálogo y la convergencia entre la Alianza del Pacífico y el Mercosur. Sabemos que no será una tarea simple. No estamos buscando expectativas desmedidas. En esto hay que ser muy realista. Creemos que es factible avanzar con realismo, pero con voluntad política.
En Punta Mita, México, los presidentes de la Alianza el Pacífico declararon, "su compromiso de conformidad con el acuerdo marco para fortalecer los diversos esquemas de integración de América Latina como espacios de concertación y convergencia".
Desde un comienzo hemos hablado de la convergencia en la diversidad. En vez de iniciativas refundacionales que no tienen un sustento real adoptemos un enfoque gradualista, un enfoque flexible, un enfoque pragmático, de complementación. De eso se trata al final, partiendo por un trabajo conjunto en aquellas áreas donde existan comunidad de intereses.
Para dejarlo en claro, el ejercicio de diálogo que estamos proponiendo no implica que la Alianza del Pacífico y el Mercosur renuncien a sus respectivas identidades ni a sus autonomías. Cada uno, evidentemente, mantendrá sus ritmos, sus empeños y sus agendas. De lo que se trata es de tender puentes a través de los esquemas en áreas de mutuo beneficio. El seminario de hoy tiene precisamente entre sus objetivos principales identificar algunas de esas áreas específicas.
Tanto como la integración regional se construye a partir de elementos concretos, el diálogo entre la Alianza del Pacífico y el Mercosur; el Sistema de Integración Centroamericana (SICA) y otros esquemas, se tienen que construir a partir de ámbitos específicos para avanzar a corto y mediano plazo. Como lo ha consignado la Cepal: "se podrían regionalizar los temas menos conflictivos, a fin de construir un activo de base para posteriores desarrollos".
¿Cuáles son esas áreas de potencial convergencia entre la Alianza del Pacífico y el Mercosur? Ambos esquemas han hecho avances en facilitación del comercio; en temas como digitalización de los trámites asociados a comercio; introducción de ventanillas únicas de comercio exterior; el establecimiento de esquemas de operadores económicos autorizados. En este contexto, la Alianza y el Mercosur podrían iniciar programas de trabajo conjunto orientados a compartir los avances que cada grupo ha alcanzado internamente. Esto sería una forma bien concreta de facilitar el funcionamiento de las cadenas regionales de valor.
La acumulación de origen también puede ser un poderoso incentivo a la integración productiva entre los países miembros de ambas agrupaciones. Este mecanismo ya existe entre los Miembros del MERCOSUR y será aplicable entre los miembros de la Alianza del Pacífico una vez que entre en vigor el Protocolo Adicional al Acuerdo Marco.
Con respecto a la movilidad de personas, a partir de los logros que ha habido sería deseable definir una agenda de trabajo en este sentido.
También sabemos que la ciencia y tecnología es un aspecto crucial de las denominadas nuevas sociedades del conocimiento y los esfuerzos nacionales suelen ser de una escala demasiado pequeña, tanto en términos de recursos humanos como recursos financieros. Por lo tanto, una agenda de cooperación para unir fuerzas entre los distintos esquemas podría ser interesante.
Las fuentes de energía a valores competitivos en las áreas de generación, transmisión y distribución son otro aspecto clave. Creo que es un tema igualmente importante para una agenda de trabajo, para impulsar interconexiones eléctricas entre los distintos países miembros, así como entendimientos que faciliten gas natural y otras fuentes no contaminantes.
La internacionalización de las pymes es otro tema importante, tanto para la Alianza como el Mercosur y juegan un rol crucial en todos nuestros países, porque las pymes generan empleo. Sin embargo, su participación en las exportaciones todavía es muy baja, por lo menos en nuestro país. Los países de ambos grupos se beneficiarían de intercambiar experiencias sobre cómo promover la internacionalización de estas pequeñas y medianas empresas.
Sobre el turismo, el potencial es enorme con los atractivos históricos, culturales y naturales de nuestros países, con sus circuitos integrados creo que pueden ser interesantes.
Y finalmente mencionaba cómo enfrentar el desafío de China y Asia. Podemos hacerlo separadamente y, seguramente, lo seguiremos haciendo. Pero creo que sería más ventajoso si América Latina lo hiciera de manera conjunta. Ellos tienden a visualizarnos de manera conjunta.
Lo otro importante de señalar es que entre las encuestas que se han hecho sobre imagen país, hay una que realiza la empresa Nation Brands Index. Según sus resultados, desde fuera de la región todos los países latinoamericanos somos vistos más o menos iguales. No hay una mayor diferenciación. Es decir, no nos podemos distinguir unos de otro. Se nos mira, para bien o para mal, como latinoamericanos en todas las categorías. Y, por lo tanto, las posibilidades de destacarnos, de sobresalir, son relativamente limitadas. Así, pareciera mucho más interesante apostar a maximizar la imagen de la región conjuntamente con la imagen nacional.
Quiero sólo terminar con una observación de la Cepal que me parece pertinente, pensando en la región Asia-Pacífico. Dice la Cepal en un informe que "el gran pragmatismo que ha caracterizado a la región asiática, el cual ha permitido que las importantes diferencias entre los regímenes políticos existentes en esa zona no hayan supuesto un impedimento insuperable para definir e implementar una agenda regional de cooperación e integración, nos parece muy pertinente".
Ese pragmatismo es el que quisiéramos tener. Hay diferencias entre nosotros, hay caminos distintos al desarrollo, pero eso no significa que no pueda haber posibilidades concretas de aprovechar las oportunidades para dialogar, para concordar en puntos concretos de la agenda de integración.
En suma, esperamos que este seminario sea un paso importante para avanzar en la coordinación y en la acción colectiva, sin retórica, con realismo, pero también con voluntad política para superar los obstáculos y avanzar hacia una región más integrada y productora para beneficio de nuestros ciudadanos que sabemos que demandan más y mejor desarrollo para todos.
Muchas gracias.