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Martes, 23 de septiembre de 2014  
Diario La Tercera
Columna de opinión Canciller Muñoz: Un cambio urgente
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EL CAMBIO climático es un problema global que profundiza las desigualdades y multiplica las amenazas al crecimiento sostenible y al desarrollo. Consciente de esta urgencia, el Secretario General de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, ha convocado a una Cumbre Climática, en la que líderes mundiales como la Presidenta Michelle Bachelet, han sido llamados a contribuir para generar el necesario impulso político que busca avanzar en un acuerdo para un nuevo régimen climático en 2015.

La Presidenta reafirmará el compromiso ambiental del gobierno, refiriéndose a las acciones que ha emprendido nuestro país. Chile asumió el compromiso voluntario sobre la base de la Convención Marco de Naciones Unidas de Cambio Climático, sujeto al apoyo internacional, de reducir en un 20% las emisiones proyectadas a 2020. Así también, varios países latinoamericanos han realizado compromisos voluntarios de reducción de emisiones; la Cumbre de la ONU podría ser una oportunidad para explorar un mecanismo para observar el cumplimiento de estos ofrecimientos voluntarios.

Ha sido de vital importancia iniciar en Chile el ejercicio de modelación económica de mediano y largo plazo, con el objetivo de identificar las medidas más efectivas para reducir las emisiones. También se han adoptado una serie de medidas sectoriales para el logro de esa meta.

Tenemos que reconocer que la evidencia científica presentada en distintos foros confirma que la actividad humana está modificando el clima. Chile contribuye con sólo un 0,25% de las emisiones globales, pero el problema afecta seriamente al país y hoy se ha constituido en una realidad innegable. La sequía, el retroceso de los glaciares y los efectos de la desertificación son sólo algunas muestras de ello.

La política exterior chilena ha asumido este desafío. Hemos sido muy activos en impulsar, junto a otros actores, una agenda más ambiciosa tanto en mitigación como en adaptación. Hay que perfilar la contribución que nuestra región puede hacer para resolver el problema. Este aspecto es muy relevante a la luz de la importancia estratégica que reviste la Vigésima Conferencia de las Partes (COP20) de Lima, en diciembre de este año, en la adopción de un nuevo régimen en el 2015.

El nuevo régimen al que aspiramos y en el que estamos comprometidos, debe construirse con los aportes de todos los países, poniendo de relieve la dignidad humana; el derecho al desarrollo con una mirada sostenible; el principio de responsabilidades comunes pero diferenciadas, recalcando el liderazgo que deben asumir aquellos con mayores capacidades; la necesidad de generar procesos de toma de decisiones abiertos y participativos de cara a la sociedad civil; la puesta en valor de la perspectiva de género y el poder transformador de la educación, tanto en la toma de conciencia del fenómeno como en el papel que ocupa en la introducción de cambios hacia patrones más sostenibles de producción y consumo.

A través de estos logros potenciales y del coraje que tengamos para tomar decisiones, es que seremos juzgados por las próximas generaciones, para afrontar el desafío global más complejo de nuestros tiempos.